ESA NOCHE
No sabia hacia donde te habías ido, tal vez a los brazos de él, y yo destrozado, llorando por ti.
Mi voz se perdía en el llanto que mi corazón emanaba a chorros como la misma lluvia; destruido, desolado, abrazando a mis hijos para no morir. Ellos también lloraban, no se si por ti o por verme sufrir.